Por una vez los pronósticos de los pesimistas se cumplieron: 2012 ha sido el peor año de la ya larga recesión que atraviesa la economía española. No sólo se ha tratado de un derrumbamiento de los distintos marcadores macroeconómicos sino de la generalización de un sentimiento de desánimo entre buena parte de la sociedad. Si lo primero es relevante lo segundo es, quizá, bastante más preocupante.