Una de las cuestiones que más he escuchado en estos últimos meses es el supuesto debate sobre ventajas e inconvenientes de utilizar un sistema de proxy server en un proyecto de globalización, internacionalización, localización y traducción de contenidos. Por ello creo que sería interesante contextualizar esta tecnología y percibir cuál puede ser su auténtico impacto en un entorno GILT.

Como punto de partida un mero apunte: sin entrar en una prolija descripción sobre la tipología de las aplicaciones existentes, un proxy server no es otra cosa que un servidor que sirve de intermediario en las peticiones de recursos que se realizan desde un cliente a otro servidor. Esta función de intermediación es aprovechada para soportar funcionalidades como el control de acceso, el registro de tráfico (y la prohibición de determinado tipología del mismo) y una mejora integral del rendimiento, entre otras.
De este análisis parecen deducirse unas cuantas ventajas válidas tanto a escala general como en el desarrollo de proyectos GILT. Quizá de todas ellas hay dos que destacan sobremanera: por un lado, el control que se consigue, dado que el proxy es el único que ejecuta el trabajo real por lo que se pueden limitar y restringir los derechos de los usuarios; y por otra el ahorro dado que solo el proxy necesita los recursos necesarios para estar operativo al cien por cien.
Derivados de ambas ventajas encontramos valores añadidos adicionales (y no por ello despreciables, claro está) como incremento en los niveles de velocidad (vía el uso de caché por parte del proxy server), filtrado (el servidor de intermediación siempre puede negarse a responder a determinadas peticiones si detecta que están prohibidas) y modificación.
Llegamos ahora a la parte más espinosa del asunto, la de las desventajas de los proxy. Conviene recalcar que en ocasiones se les han atribuido inconvenientes que no son reales en sí sino que se derivan más bien de un inadecuado uso de esta tecnología o del empleo de proxy servers que no estaban debidamente concebidos.
Y así se les han atribuido defectos como el anonimato, la fuerte carga de trabajo que soportan, la intromisión (dado que siempre puede haber usuarios que no deseen pasar por su intermediación), posibles incoherencias cuando ejercen funcionalidades de caché o potenciales problemas en materia de derechos de propiedad intelectual. También se ha dicho de esta tecnología que solo es apta para trabajar con aplicaciones independientes dada su supuesta dificultad para integrar aplicaciones que requieran la integración con bases de datos (típico caso del comercio electrónico), lo que no tiene mucho sentido si operan directamente en el HTML (es decir, carece de relevancia la procedencia ya que al final todo el contenido que haya que traducir estará en el HTML).
Pero buena parte de estas apreciaciones son inciertas y en Linguaserve hemos tratado de rebatirlas de la mejor manera que sabemos: desarrollando en nuestro Centro de I+D+i una solución como es ATLAS Real Time que se sustenta en un proxy -inteligente- de publicación multilingüe para gestionar la traducción de páginas web.
¿Qué queremos decir con la noción de proxy -inteligente- y cómo se aplican al caso de ATLAS RT- Entre otras cosas, que el servidor permita al cliente ejercer el control con facilidad cuando así lo desee; que tenga la suficiente flexibilidad para ser útil tanto en el caso de sitios web que se actualizan con frecuencia como si son de carácter más estático; ajustable para impedir posible pérdidas de texto al realizar rastreos de contenidos con su característico componente de -spider-; que posean capacidad de autoaprendizaje sustentada en las nuevas generaciones de herramientas de traducción; y con la potencialidad de añadir contenido en la lengua de destino de acuerdo con los requerimientos del cliente.
Y ahí radica la clave, al menos en lo que atañe a proyectos de naturaleza GILT: en la posibilidad de conseguir proxy servers verdaderamente adecuados para ser puestos al servicio del proyecto (y no al revés como ha ocurrido en algún que otro caso). Esa opción estratégica de proxy server -inteligente- desbarata de forma radical la cascada de posibles inconvenientes de esta tecnología y la erige en una apuesta particularmente útil para el desarrollo de esta clase de iniciativas.
En definitiva, el empleo de la tecnología proxy server en el diseño, desarrollo, implantación y mantenimiento de un proyecto GILT puede ser una opción excelente. Permite disponer de un sistema con pocos recursos e inversiones TI (entre otras cosas porque el proxy puede encontrarse físicamente instalado en Cloud o en el sitio web del cliente, a elección). Eso sí, es imprescindible contar con socios estratégicos cualificados y avalados por la experiencia en la implementación de este tipo de proyectos. Con estas capacidades, se sientan las bases para que el empleo de proxy servers mejore los niveles de rendimiento del proyecto al tiempo que se reducen los tiempos dedicados a los procedimientos GILT y disminuyen los correspondientes costes económicos, mejorando así la rentabilidad final de la iniciativa.