Muy posiblemente el deporte sea el gran fenómeno de la sociedad global de finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Un hecho cuyos límites no parecen tener fin y que implica la transformación de un conjunto de herramientas concebidas para su expansión y consolidación.

Algunas cifras ayudan a comprender esta consideración: en el recientemente celebrado Campeonato Mundial de Fútbol de Brasil las marcas pagaron más de 34.000 millones de dólares en concepto de patrocinio; y esta cifra será ampliamente superada en los próximos Juegos Olímpicos de 2016 que también tendrán lugar en dicho país.

Parece evidente que tales cantidades compensan a las grandes multinacionales y tampoco cabe duda de que el formidable negocio generado por esta actividad conlleva la creciente sofisticación del conjunto de estrategias mercadotécnicas. En un entorno de tales características uno de los aspectos críticos para esas empresas es disponer de socios GILT capaces de acometer de manera global retos para la difusión de los mensajes de comunicación en lugares con distintas lenguas y también con muy diferentes culturas.

Un fallo en la traducción de un mensaje publicitario o de un contenido transmitido a través de una rueda de prensa puede resultar tan catastrófico para el marketing y la comunicación de una corporación que llegue a paralizar una estrategia integral. Sólo aquellas compañías GILT que dispongan de recursos humanos, tecnología y presencia internacional están en condiciones de asumir los retos que implica este substancioso nicho de negocio.

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