Aludir a una realidad como la Unión Europea es referirse a un entorno de trabajo multilingüe hasta extremos difíciles de concebir en otra clase de organizaciones internacionales. Me gustaría reflexionar sobre tal circunstancia para poner de relieve cómo un correcto funcionamiento de los servicios GILT resulta imprescindible para sostener un planteamiento estratégico de tamaña magnitud.
Pongamos de relieve una cifra para comprender el alcance del proceso: la UE posee 24 lenguas oficiales (todas con idéntico valor y fuerza legal) de las que ninguna de ellas tiene una cuota de hablantes superior al 16 por ciento.
En la actualidad más de 2.500 profesionales de la traducción se encargan de traducir una media de dos millones de páginas al año a todas estas lenguas: alemán, búlgaro, checo, croata, danés, eslovaco, esloveno, español, estonio, finés, francés, griego, húngaro, inglés, irlandés, italiano, letón, lituano, maltés, neerlandés, polaco, portugués, rumano y sueco.
La labor de globalización, internacionalización, localización y traducción de estos profesionales va más allá de los aspectos meramente técnicos y enraíza con una cuestión conceptual: la Unión Europea entendida como la organización plurilingüe más grande de la historia del ser humano. Un simple vistazo a la página web oficial de la entidad ya da idea del formidable despliegue efectuado.
En ocasiones se alzan voces que subrayan la necesidad de reducir de manera drástica esta apuesta estratégica, de utilizar únicamente el inglés como verdadera lingua franca o, al menos en compañía del francés y el alemán. No sólo se atenuarían costes económicos, sino que, a juicio de quienes postulan tal idea, se incrementarían los niveles de agilidad de la institución.
No puedo estar más en desacuerdo con tal planteamiento. La realidad nos demuestra que bajo este gran esfuerzo GILT se encuentra la firme voluntad de la UE para garantizar la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos que la conforman: el desconocimiento idiomático nunca puede servir de excusa para el incumplimiento de las obligaciones jurídicas de cada cual.
¿Cuál es el supuesto coste económico desmesurado del fomento del multilingüismo en el seno de la Unión Europea- Dos euros por ciudadano. No se trata de una errata del boletín Contextos: únicamente dos euros por ciudadano es la inversión necesaria para garantizar el actual estado de las cosas.
Para todos quienes formamos parte del segmento de mercado GILT la tarea multilingüe de la UE es digna de admiración. Por su magnitud profesional y porque implica una inequívoca voluntad de transparencia y un fomento de la equidad entre los ciudadanos.
Tengamos además en cuenta una simple consideración: un hablante nativo medio domina un léxico de alrededor de 12.000 palabras mientras que alguien que no lo es cuenta con menos de la mitad de ese vocabulario, lo que reduce significativamente su capacidad de expresar ideas, acceder a documentación interesante y, en suma, competir en la Sociedad de la Información.
Es verdad que, en la práctica, en muchas ocasiones, el inglés impone su dominio también en el ámbito comunitario. De hecho, a comienzos de esta segunda década del siglo XXI el 90 por ciento de las versiones de los documentos comunitarios se redactaban en inglés. En la mayoría de los casos es un inglés un tanto particular, no hablado por nativos sino por ciudadanos de Hungría, Austria, Portugal, Eslovaquia y, por supuesto, España. A este particular inglés ya se le conoce como eurish, glosih o eurojargon, entre otras denominaciones.
Ahora, con la salida del Reino Unido de la Unión Europea la situación se hace todavía más complicada: en realidad el único país puramente anglo parlante (e incluso aquí se podría introducir más de un matiz) es Irlanda. ¿Tiene sentido en este contexto reforzar el carácter del inglés como lengua común de trabajo en las instituciones europeas-
En suma, ¿a qué Unión Europea aspiramos- ¿A una en la que todos los ciudadanos se sitúen en plano de igualdad gracias al fomento del multilingüismo- ¿O a otra repleta de mediocres hablantes del inglés más peregrino- Como parte interesada, desde Linguaserve tenemos muy clara cuál es nuestra respuesta: nunca como hoy los servicios GILT fueron tan relevantes para garantizar un entramado jurídico seguro y unas instituciones que realmente velen por la igualdad de los ciudadanos.
Pedro L. Díez Orzas
Presidente Ejecutivo de Linguaserve
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