Aunque pudiera resultar impensable, lo cierto es que la industria GILT no es ajena a los avatares del fútbol. Y es que los efectos del balompié también se perciben sobre la labor desarrollada por parte de los profesionales de la globalización, internacionalización, localización y traducción.
De hecho, tal y como ponen de manifiesto unos cuantos analistas, una mala traducción del actual reglamento que regula el deporte rey, escrito originalmente en inglés y posteriormente adaptado a un sinnúmero de lenguas, está ocasionando notables confusiones entre los árbitros españoles. El quid de la cuestión radica en lo que ocurre cuando un jugador disputa el balón a un adversario y como consecuencia de ello se produce un contacto físico que concluye con el derribo del contendiente.
En el original inglés se distingue con claridad entre las expresiones “making a challenge” y “acts without precaution”, que permiten que el árbitro dictamine o no la existencia de punibilidad en el campo de juego; por el contrario, en su traducción al español el reglamento alude a “acción en la que hay disputa del balón” y “acción en la que no hay disputa de balón”, lo que dificulta sobremanera la valoración y motiva la entrada en juego del siempre indeseado componente subjetivo a la hora de evaluar una acción. Y es que, como en tantas ocasiones reiteramos en Linguaserve, los servicios GILT van mucho más allá de la mera traducción de los contenidos.
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