Corría el año 2002 cuando la Unión Europea de Asociaciones de Empresas de Traducción (EUATC), de la que la Asociación española de Empresas de Traducción (ACT) era miembro, pensó que sería una buena idea convertir su código de conducta interno de obligado cumplimiento para las empresas miembros en una norma de calidad real con el apoyo oficial correspondiente. Para tal fin consultaron al Comité Europeo de Normalización (CEN) con una propuesta de borrador de norma, y este apoyó la idea de inmediato.