La Feria del Libro de Francfort, celebrada durante los pasados días 8 al 12 de octubre, ha vuelto a confirmar un hecho reiterado a lo largo de sus últimas ediciones: cada vez es mayor el peso específico (tanto cuantitativo como cualitativo) que juega el sector GILT en el negocio editorial.

Algunas cifras sobre la feria dan una idea aproximada de la formidable magnitud de este evento, considerado el mayor del mundo dentro de su sector: alrededor de 7.000 expositores, más de 160.000 metros cuadrados, por encima de las 100.000 novedades editoriales, casi 300.000 visitantes profesionales de máximo nivel, una cobertura de más de 12.000 periodistas procedentes de 92 países, unas 3.000 presentaciones de libros…

A todos estos datos añadiría otro esencial para comprender mi afirmación inicial: en la edición de 2014 de la feria han estado presentes 1.300 traductores literarios, tal y como se recoge en el directorio oficial editado por los organizadores.

Esta cantidad, inimaginable en cualquier otra clase de acontecimiento, consolida una tendencia que parece irrefrenable: el negocio editorial, que siempre había estado ligado al sector GILT, cada vez depende más de éste para afrontar de manera eficaz un conjunto de retos de extraordinaria relevancia.

Entre los desafíos que impulsan el peso específico de los servicios GILT se encuentran: el constante crecimiento de un segmento de mercado como es el del libro electrónico, que requiere unos plazos de agilidad en la traducción de los contenidos impensables décadas atrás; en estrecha relación con lo anterior, la descarga ilegal de contenidos, que obliga a las editoriales a incrementar sus niveles de rapidez en el conjunto de sus procesos productivos (incluyendo aquí, lógicamente, los relativos a soluciones GILT); o la concentración de las acciones de marketing y comunicación, necesariamente multilingües para ser eficaces, en determinados productos con potencialidades de generación de negocio muy por encima de la media.

En un entorno de estas características las empresas editoriales demandan, con una intensidad cada vez mayor, una gama de servicios y soluciones GILT adaptadas a sus necesidades específicas.

Y parece evidente que para satisfacer dichos requerimientos, las compañías que desarrollamos nuestra actividad en el mercado de globalización, internacionalización, localización y traducción de contenidos debemos tener la capacidad de aportar valores añadidos como la apuesta por la calidad total, contar con unos recursos humanos particularmente cualificados o el uso adecuado de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones para sustentar esa oferta de servicio orientada al cliente.

Estas son las líneas de actuación que han marcado el devenir de Linguaserve desde el comienzo de nuestras actividades hace quince años. Consideramos que el cumplimiento de estas propuestas es imprescindible para poder ofrecer al mercado editorial una gama de soluciones sólida, eficaz, adecuada a sus necesidades actuales y de futuro, flexible y verdaderamente competitiva.