Una de las primeras decisiones (apenas llevaba unas horas en el cargo) del recién elegido Presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump, ha sido la supresión del español en la página web de la Casa Blanca.
De esta manera se rompe una tendencia que duraba ya cuatro legislaturas (dos con George W. Bush y otras dos con Barack Obama), en la que la lengua castellana tenía particular relevancia en la información suministrada por parte del poder ejecutivo.
Esta supresión afecta también, por el momento, a los distintos contenidos generados a través de las redes sociales gestionadas por la Casa Blanca: Facebook, con casi ocho millones de seguidores; Twitter, con más de trece millones y medio; e Instagram, por encima de los 800.000.
Esperemos que sea solo una medida transitoria motivada por su actualización. Si no es así, estaríamos ante un nuevo ejemplo en el que la lengua se utiliza para separar, en vez de para comunicar y unir.
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