Al igual que ocurre en otros sectores productivos, máxime si cabe como consecuencia de la actual situación derivada de la expansión del coronavirus o COVID-19 a los cinco continentes, resulta casi inevitable aludir al impacto de la Transformación Digital sobre la industria de la globalización, internacionalización, localización y traducción de contenidos.
Como punto de partida conviene precisar que no nos hallamos ante un concepto tecnológico que afecta a una parte de la empresa sino ante una noción de carácter estratégico que influye sobre la totalidad de la misma y cuya incidencia más mucho más allá de la mera acumulación de un conjunto de novedades técnicas por muy relevantes, atractivas y chocantes que nos pudieran resultar en apariencia.
Tener bien presente tal consideración es esencial para comprender el auténtico significado de la Transformación Digital y no dejarnos arrastrar por el furor del fabricante de turno que únicamente aspira a colocar determinados sistemas y equipos en el mercado o por la mera moda/tendencia dictada por los medios de comunicación, los influencers y las redes sociales. En apariencia no es difícil de advertir pero en la práctica sí que lo es y a poco que miremos a nuestro alrededor percibimos clamorosos fallos a la hora de encaminarse por esta senda.
Por indicar un caso que considero bastante significativo, la notable cantidad de aplicaciones informáticas surgidas en esta última década (y las que aparecerán en el corto y medio plazo) para apoyar las labores efectuadas por los profesionales de la traducción plantea algunos desafíos adicionales para cualquier proveedor GILT que pretenda situarse en primera línea de un mercado caracterizado por el dinamismo y la extrema competitividad.
Creo que ha llegado el momento en que nos formulemos algunas preguntas: ¿hemos de reconfigurar nuestra gama de servicios y soluciones en función de la Transformación Digital, de qué manera gestionamos la formación de nuestros recursos humanos y la relación con nuestros partners, existe algún método para instaurar y consolidar la cultura del cambio en una organización, cómo trasladar estas supuestas ventajas a los clientes de manera fácilmente perceptible (y por ende facturable) por éstos, hasta qué extremo nos ayudan en este camino de la digitalización cuestiones específicas como la tecnología de traducción automática o la inteligencia artificial?
Porque a la hora de la verdad lo cierto es que la mera alusión en abstracto a la Transformación Digital (no digamos ya a su implantación práctica) da la sensación de poner en guardia a un número apreciable de profesionales del sector, quizá recelosos ante las amenazas que tal hecho puede suponer para la creación y/o mantenimiento de su puesto de trabajo. Un sentimiento que, por otra parte, no es exclusivo de nuestra industria. Sin embargo, lo que esa misma realidad nos está mostrando es que el uso activo de las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones está permitiendo un considerable incremento en las posibilidades que muchas empresas, instituciones y organizaciones de toda índole tienen a la hora de beneficiarse de los servicios GILT, a los que con anterioridad únicamente podían acceder quienes contaban con presupuestos bastante más elevados.
Si nos fijamos en lo ocurrido en estos últimos diez años, los grandes cambios habidos en nuestro negocio en modo alguno han tenido una negativa repercusión sobre el devenir de la profesión. Por ejemplo, pese a las mejoras en la traducción automática y el indudable éxito en el desarrollo de plataformas electrónicas (del estilo de Amazon Translate, Google Translate o Microsoft Translator) que han reducido a un coste cercano a cero las traducciones con unos niveles de calidad que pueden adecuarse a los requerimientos de determinados grupos de consumidores, la verdad es que no sólo continúa habiendo un gran número de organizaciones que demandan traducciones con unos niveles de calidad que exceden las prestaciones de las plataformas anteriormente indicadas, sino que este número crece día a día, algo lógico si tenemos en cuenta la extremada competitividad que advertimos en cualquier segmento de mercado.
Aunque lo he expresado en más de una ocasión en este mismo boletín Contextos, vuelvo a reiterarlo una vez más: la especialización constituye ese gran valor añadido diferencial de muchos proveedores GILT con el que satisfacer esas peticiones de una gama de soluciones de calidad asegurada en todos los casos a un precio asumible incluso por las corporaciones públicas y privadas de menor tamaño, con independencia de su sector concreto de actividad.
En suma, la Transformación Digital convenientemente ejecutada hace posible el surgimiento de nuevas oportunidades de negocio ante la combinación de profesionalidad y plataformas de traducción en la nube y constituye una excelente garantía para consolidar el peso específico de los proveedores GILT; por supuesto, tal hecho será factible, siempre que se encuentren especializados y con unos recursos humanos suficientemente formados.
Pedro L. Díez Orzas
Presidente Ejecutivo de Linguaserve
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