Uno de los grandes acontecimientos que marca el año 2016 en el ámbito de la lengua española es el cuarto centenario del fallecimiento de Miguel de Cervantes. Creo que es una ocasión necesaria para aportar un mínimo homenaje a la figura de este formidable creador, testimonio imprescindible de la España de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, impulsor de la novela moderna y referencia indiscutible del español actual.
Escaparía por completo al propósito de este artículo examinar de manera pormenorizada el excepcional valor de la producción literaria de Miguel de Cervantes; y considero que tampoco es el lugar idóneo para comparar el impacto de su fallecimiento con el de otro grande como es William Shakespeare, también embarcado en esta misma dinámica conmemorativa.
Como punto de partida creo que desde el punto de vista formal los diferentes eventos programados deben servir para superar la ocultación del personaje real, aplastado por el peso de su creación más conocida, Don Quijote, e incluso por el de otras obras quizá no tan populares pero no por ello irrelevantes en absoluto. Más allá de la maraña burocrática creada y generada para conmemorar el IV Centenario y armonizar las iniciativas de toda índole que se quieren poner en marcha, me gustaría ligar la figura de Miguel de Cervantes con todo lo que tiene que ver con el peso específico que la industria de la lengua adquiere en el Producto Interior Bruto de un país como es España.
Los últimos estudios publicados sobre la materia coinciden en atribuir un porcentaje medio del quince por ciento al impacto que dicha industria tiene sobre el total el PIB español; un tanto por ciento que la sitúa únicamente por debajo del sector turístico y muy por encima de los restantes segmentos productivos.
Tengamos presentes algunos datos al respecto: el español es hablado de manera fluida por casi el siete por ciento de la población mundial, lo que le sitúa entre los cinco primeros idiomas a escala mundial (y estamos hablando de un total de más de 7.000 lenguas); es la lengua oficial en más de veinte países, una cifra inalcanzable para cualquier otro idioma; y su creciente influencia en países como Estados Unidos o Brasil sienta las bases para su dominio en la totalidad del continente americano en el medio plazo.
Debido a su peso específico como creador, la figura de Miguel de Cervantes se erige como verdadera punta de lanza en cuanto a la consolidación del peso específico de la lengua castellana y su interrelación con la industria de globalización, internacionalización, localización y traducción de contenidos. De ahí la pertinencia de estructurar el proceso de aproximación a dicho conocimiento en torno a cinco ejes temáticos: cultural, de investigación, de promoción nacional e internacional, turístico y patrimonial.
En tal sentido considero que el conjunto de eventos comprendidos en este IV Centenario puede servir para: consolidar un sistema internacional de aprendizaje y puesta en valor de la lengua española; contribuir a la creación de un espacio digital que permita superar la brecha tecnológica e incrementar el número de usuarios, reforzando así la noción de Sociedad de la Información y aumentando su presencia en la economía mundial; promover esta lengua como idioma de uso en los organismos internacional; fomentar estrategias que incrementen su peso específico en el conjunto del sistema científico universal; fomentar un sistema de indicadores comunes que promueva la movilidad de talentos y la homologación de títulos universitarios, contribuyendo a la creación de un desarrollo económico, científico y técnico compartido.
En suma, al margen de sus innegables méritos literarios la figura de Miguel Cervantes debe servir para reforzar la imagen de marca de la industria de la lengua española, situarla donde se merece tanto desde el punto de vista cuantitativo como cualitativo e incardinarla en el conjunto de servicios y soluciones que conforman la industria de globalización, internacionalización, localización y traducción de contenidos. Y todo ello será muy positivo tanto para el conjunto de empresas que desarrollamos nuestra actividad dentro de este sector GILT, como para el resto de empresas españolas.
Pedro L. Díez Orzas
Presidente Ejecutivo de Linguaserve
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