El entorno cada vez más globalizado en el que desarrollan su actividad las corporaciones privadas y las entidades públicas refuerza el valor añadido de la localización a la hora de desarrollar cualquier tipo de proyecto de traducción.
Por localización se entiende la adaptación del texto resultante de una traducción (es decir, la sustitución de material textual en una lengua por material textual en otra lengua) a la cultura del país de la lengua de destino. Mientras que la traducción es un proceso eminentemente lingüístico, la localización implica la realización de ajustes de naturaleza tanto lingüística como cultural (se pretende transmitir en el nuevo idioma la misma idea con idénticos matices que en el texto original).
Dadas sus singularidades, entre los aspectos que conviene tener en cuenta a la hora de una exitosa localización de contenidos figuran la página web, el contenido audiovisual, el material impreso o el software.
Hoy en día existen ciertas herramientas tecnológicas que pueden ayudar en el proceso de localización. No obstante, lo esencial continúa siendo contar con un sólido socio GILT que disponga de recursos humanos capaces de impregnarse de la cultura individual de cada país. Una traducción sin localización jamás tendrá los mismos efectos que una que sí la tiene y, por tanto, contempla no sólo el idioma sino la cultura, las costumbres e incluso los gustos de la nación de destino.
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