Coincidiendo con la llegada del verano vuelve a producirse un hecho que no por cíclico resulta menos interesante: miles de estudiantes de todo el mundo acuden a otros países a aprender una segunda lengua, compatibilizando este proceso con una cierta carga (más o menos elevada según los casos) de diversión. Se trata de lo que muchos denominan turismo lingüístico, una modalidad de viajes de estudio y ocio, que buscan cada vez más personas para aprovechar las vacaciones aprendiendo o mejorando su competencia en una lengua.
Boletín número 44