En muchas ocasiones clientes de la más variada índole (tanto por su sector de actividad como por el tamaño o incluso la titularidad de la organización de la que forman parte) nos formulan sus dudas ante los ejes directrices que guiarán el futuro de la industria GILT. Dado que tal circunstancia también se produce entre algunos de los lectores de Contextos (muchos de ellos traductores en ejercicio), he creído conveniente plantear unas cuantas reflexiones al respecto.

Parece evidente que la formidable cantidad de aplicaciones informáticas surgidas en los últimos años para llevar a cabo las tareas de globalización, localización, internacionalización y traducción contribuye a conformar un contexto tan inédito como incierto, en el que nuestro negocio cambia a marchas forzadas impulsado por aspectos como la digitalización o la tecnología de traducción automática, entre otras cuestiones dignas de ser mencionadas.

Esta evolución en el modelo productivo GILT plantea numerosas incógnitas, ya no sólo entre los clientes que se benefician de esta clase de soluciones sino también entre los propios profesionales que ejercen su actividad en el sector o se preparan para llevarla a cabo en el futuro.

Lo cierto es que una parte apreciable de las transformaciones que se advierten son de naturaleza intrínsecamente positiva para usuarios y traductores, y que una actitud positiva y críticamente abierta al cambio constituye un magnífico punto de partida para optimizar el conjunto de innovaciones tecnológicas que se nos brindan.

Es verdad que las tecnologías sustentadas en la inteligencia artificial han puesto en guardia a un número apreciable de profesionales, quizá recelosos ante las amenazas que tal hecho puede suponer para la creación y/o mantenimiento de su puesto de trabajo; y también es verdad que esta misma situación acaece en otros sectores productivos aunque no por ello tiene que servir de consuelo a los potencialmente damnificados por el asunto.

Pese a ello, tanto el análisis de la realidad como el examen de la dinámica de mercado nos indican que la profesión de traductor continúa teniendo futuro y que una de las grandes claves para consolidarlo tiene que ver con la especialización. De hecho, las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones están permitiendo (y nada dejar entrever que no lo seguirán haciendo a lo largo de las próximas décadas) un considerable aumento en las posibilidades que muchas empresas tienen a la hora de beneficiarse de esta clase de servicios, a los que con anterioridad únicamente podían acceder quienes contaban con presupuestos bastante más elevados.

Si nos fijamos en lo ocurrido en estos últimos diez años, los grandes cambios habidos en nuestro negocio en modo alguno han tenido una negativa repercusión sobre el devenir de la profesión. Pese a las mejoras en la traducción automática y el indudable éxito en el desarrollo de plataformas electrónicas (del estilo de Amazon Translate, Google Translate o Microsoft Translator) que han reducido a un coste cercano a cero las traducciones con unos niveles de calidad que pueden adecuarse a los requerimientos de determinados grupos de consumidores, la verdad es que no sólo continúa habiendo un gran número de organizaciones que demandan traducciones con unos niveles de calidad que exceden las prestaciones de las plataformas anteriormente indicadas, sino que este número crece día a día, algo lógico si tenemos en cuenta la extremada competitividad que advertimos en cualquier segmento de mercado.

Una vez más aludimos a la especialización como ese gran valor añadido diferencial de muchos proveedores GILT con el que satisfacer esas peticiones de una gama de soluciones de calidad asegurada en todos los casos a un precio asumible incluso por las empresas de menor tamaño. Es decir, no sólo no desaparece sino que emerge una oportunidad de negocio ante la combinación de profesionalidad y plataformas de traducción en la nube.

Surge así una segunda faceta a la que he aludido en más de un artículo también publicado en este mismo boletín: la digitalización. Las herramientas de inteligencia artificial van a incrementar las posibilidades de acceso a una extensa gama de soluciones GILT, proporcionando a los profesionales la opción de aumentar su capacidad para manejar un volumen de documentos cada vez mayor, además de garantizar el estricto cumplimiento de las traducciones altamente especializadas (y se me ocurren sectores como pueden ser los de asistencia médica, derecho, ingeniería y campos análogos, entre otros).

En definitiva, las innovaciones NTIC no sólo no van en contra de los intereses de los profesionales GILT sino que garantizan su relevante papel en el futuro, siempre que una adecuada formación garantice su alto grado de especialización y su adecuación a los desafíos que impone una realidad como es la digitalización considerada en su más amplia expresión. Todo hace prever un crecimiento saludable en nuestra industria, plenamente compatible con una política tarifaria acorde con el nivel de cualificación de las soluciones proporcionadas.

Pedro L. Díez Orzas

Presidente Ejecutivo de Linguaserve

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