Prosigue la celebración del Campeonato Mundial de Fútbol de Brasil, un evento que entre mediados de junio y julio concentra la atención de medios de comunicación y ciudadanía de los cinco continentes, sin distinción de clases sociales, razas, nacionalidades y también, por supuesto, lengua.
Más allá de los resultados deportivos (en el momento de escribir el presente artículo la mitad de las selecciones ya han quedado eliminadas, con el vigente campeón España a la cabeza) el Mundial es, junto a los Juegos Olímpicos, el acontecimiento más global que existe, el que acumula mayores audiencias, el que congrega a un mayor número de periodistas, el que genera mayor cantidad de comentarios, el que incluye contenidos en un número más amplio de idiomas.
La proliferación de cibermedios, foros, blogs y redes sociales no hace sino incrementar esta tendencia imparable hasta el punto de convertir la competición en una especie de Torre de Babel en la que están presentes buena parte de los idiomas que se hablan en el mundo.
Es curioso un estudio sobre cómo están representadas las lenguas según las 32 selecciones participantes en este evento. El inglés es el idioma dominante con 421 millones correspondientes a Estados Unidos, Inglaterra, Australia, Ghana y Camerún (compartido con el francés); 304 millones hablan español (no se cuentan aquí los hispano-parlantes establecidos en Estados Unidos, por encima de los 50 millones), con Argentina, Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, México, Uruguay y España; el portugués, con Brasil y Portugal, alcanza la cifra de 212 millones; y el francés, representado por Francia, Camerún, Costa de Marfil y Suiza (país políglota donde los haya) constituye la cuarta gran lengua con 114 millones. Otros idiomas con selecciones presentes son alemán, japonés, coreano, croata, bosnio, italiano, griego y árabe.
En un entorno de estas características el fenómeno del multilingüismo adquiere toda su razón de ser. Ya no se trata sólo del Mundial sino de todo lo que rodea a este evento: campañas de marketing y publicidad, generación de contenidos, videojuegos, merchandising, intercambios comerciales…
Cada vez es más crucial el papel que las empresas GILT juegan en esta dinámica. La globalización implica nuevos compromisos que sólo pueden ser asumidos con empresas que dispongan de una estructura adecuada en forma de recursos humanos y plataformas tecnológicas y que apuesten decididamente por la calidad como elemento diferencial en su oferta de servicios.
Atentos a este devenir del mercado, desde Linguaserve estamos apostando por la implantación de una nueva generación de soluciones, capaces de satisfacer los más exigentes criterios de los clientes y particularmente adaptadas a este conjunto de novedosos desafíos. Su diseño, desarrollo y puesta en marcha constituye el mejor aval para garantizar un largo recorrido en un segmento de negocio cada vez más competitivo, en el que todavía queda mucho camino por recorrer.