El segmento de los videojuegos constituye uno de los nichos de mercado más prósperos dentro del hipersector de las tecnologías de la información y las comunicaciones, tanto a escala internacional como en el caso concreto español. Ahora mismo su volumen de negocio supera el generado por la música y los libros y su crecimiento sostenido garantiza que esta tendencia se va a mantener, al menos, en el corto y medio plazo.
En un entorno de esta naturaleza es mucho lo que puede aportar nuestra industria GILT. En esta ocasión me gustaría centrarme en todo lo que tiene que ver con su localización, entendida como la adaptación al nuevo mercado en el que se va a distribuir y que en un producto como es el videojuego englobaría cuestiones como la traducción de menús, diálogos y otros textos, así como facilitar que un usuario pueda entender el juego o la aplicación móvil a la perfección en su propia lengua.
Llevar a cabo con éxito la localización de un videojuego implica la consideración de dos factores esenciales: por una parte, su localización técnica, es decir, la adaptación del software y la correspondiente programación a los códigos de cada territorio (un trabajo esencialmente técnico); y, por otro lado, la localización cultural, que incluye desde la adaptación de los nombres de los personajes a la traducción de las instrucciones (una tarea que corresponde a un traductor).
Cabría preguntarse si existen algunas claves estratégicas en cuanto a localización de un videojuego se refiere. Mi experiencia en la industria GILT me indica que se trata de una tarea nada fácil dado que para que se perciba como un producto de auténtica calidad hay que tener en cuenta las muy diferentes convenciones culturales de cada país, al margen del proceso estricto de traducción.
Tal hecho, ya de por sí peliagudo, puede complicarse todavía más en función de la plataforma en que se halle cada producto y de su dificultad específica, circunstancias que de forma indefectible aparecen en la inmensa mayoría de los videojuegos que hoy en día se comercializan en el mercado.
No obstante, sí que existen algunos factores a considerar que pueden ejercer como garantes de un resultado final altamente satisfactorio y positivo. Entre ellos se encuentra el dominio del inglés, dado que por regla general es el idioma puente entre el texto original y la lengua de destino, así como contar con un amplio conocimiento del mundo de los videojuegos que facilita su comprensión en cada momento y entorno.
Al mismo tiempo también resulta conveniente un cierta familiarización con el entorno, evitando así problemas que interfieran en el desarrollo del juego (por ejemplo, el uso de mayúsculas o cursivas en una determinada programación que tantos quebraderos de cabeza traen con posterioridad a los usuarios).
Por otra parte un buen localizador debe trascender el texto original y buscar la máxima creatividad a la hora de realizar la pertinente adaptación y debe ser fiel a la esencia del juego, por mucho que tenga que adaptar los textos para conseguir una buena comprensión.
En definitiva, un videojuego es mucho más que un producto de ocio con el que pasar un rato entretenido. Para que el usuario final lo pueda disfrutar en toda su extensión, conforme originariamente fue concebido por sus creadores, resulta indispensable que un localizador haya trabajado para su traducción desde su idioma inicial y, sobre todo, para adaptar sus características a la sociedad y contexto donde se va a comercializar.
Pedro L. Díez Orzas
Presidente Ejecutivo de Linguaserve
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